Antihaitianismo versus haitianización: el desafío de la convivencia

Spread the love Por BERTHONY JEAN SAMUEL DELALUE El fenómeno migratorio se remonta desde los primeros periodos históricos de la humanidad y toma rasgos característicos en cada sociedad afectada dependiendo […]
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Por BERTHONY JEAN SAMUEL DELALUE

El AUTOR es un haitiano estudiante de medicina. Reside en Santiago

El fenómeno migratorio se remonta desde los primeros periodos históricos de la humanidad y toma rasgos característicos en cada sociedad afectada dependiendo del declive entre la situación económica de los pueblos en relación con éste.

 

Es el caso entre la República Dominicana y Haití, uno de los pocos de una dualidad insular a través del mundo. En relación a éste, el  presente artículo  tratará de disociar y hacer entender mejor efectos criticados, así como aspectos y contribución de la inmigración haitiana en la República Dominicana, fuera de todo contexto veda-venta, (advertencia para los comentarios evasivos) y compararla con una respuesta desorientada de parte de un grupo de personas hacia la presencia haitiana.

No se puede negar los efectos «criticados» de esta inmigración:

1) Gastos en salud y educación: Según el Ministerio de Salud Pública,  el año pasado, en sus diferentes servicios y áreas de salud, ofreció un 1,850,253 atenciones médicas a pacientes haitianos. En emergencia se ofrecieron 221,429 servicios, se practicaron 352,487 pruebas de laboratorio etc. Muchos de estos pacientes son ilegales y República Dominicana no dispone de un sistema para que ellos puedan contribuir a estos gastos, como lo tiene Estados Unidos  a través de su fideicomiso de Medicare.

2) Delincuencia: robos, asaltos, bandas organizadas etc. Que la Policía Nacional siga haciendo su trabajo, sin excepción  de personas, sabiendo que en todo grupo humano hay seres desorientados y errantes que merecen asistencia psicológica o medidas de coerción. A este efecto es necesario denunciar la falta de ética de algunos periodistas dando una noticia sobre algún acto de delincuencia grave de un dominicano, que tiene su cédula de identidad, valga  la redundancia, buscan un lado haitiano en su ascendencia, presentándolo como dominicano-haitiano o dominicano de ascendencia o padres haitianos. ¿Qué tiene eso que ver con el acto cometido? ¡Ninguno! Al menos por los principios establecidos del periodismo.

3) Baja de salarios (a ciertos niveles): Que se manifiesta por las quejas diarias del dominicano afectado  y que resulta del aumento de una mano de obra pero, analizando bien no cabe en esta categoría de efectos criticados sino es más bien una contribución. Porque, con esa política laboral selectiva algunos sectores hacen frente a las necesidades del mercado de una manera planificada y a costos socio-políticos y económicos menores.

4) Miedo a una invasión pacífica, pérdida de cultura o identidad: entiendo las necesidades de no desplazar la población autóctona y mantener de un margen demográfico equilibrado pero considero este miedo como un falso presupuesto porque: a) ninguna cultura es totalmente pura. b) Los hijos de los inmigrantes tienden a adoptar más modos culturales del país donde residen que del país originario de sus progenitores. c) más que se formen ghettos en ciertas zonas, (producto de una política migratoria inadecuada), la población migratoria siempre será minoritaria. Creo que el verdadero miedo en algunas personas no es  la haitianización sino a la africanización.

CONTRIBUCION

También es evidente su contribución en la economía dominicana: tanto formal como informal.

1) En la industria azucarera  que durante más de un siglo constituyó la base de la economía dominicana y tiene una incidencia de un 2.54% del PIB de esta industria. (Investigación del CCDH, 2005).

2) En el sector de la construcción el aporte de la mano de obra haitiana  es de un 6.8% del PIB de este sector. (Investigación del CCDH, 2005).

3) El aporte de la mano de obra haitiana en el sector agrícola es de un 30% y de un 1.48% en el PIB Nacional (Investigación del CCDH, 2005), valores apreciables en toda economía.

Esta  contribución que no ven los peores ciegos (siendo los que no quieren ver) y muchos otros factores requieren una actuación inteligente de parte del gobierno dominicano cuando se trata de repatriación.

 

¿Cómo restringir la parte ilegal de ésta sin afectar intereses dominicanos? ¿Qué pasaría con las múltiples empresas que emplean esta mano de obra barata que genera millones cada día? ¿Cómo actuar sin afectar los RD$ 288.2 millones que gastan los estudiantes haitianos mensualmente? (Encuesta Banco Central de la República Dominicana, 2012).

 

La toma de medidas drásticas sin razonar y no ver la situación en su conjunto, puede perjudicar intereses dominicanos. Además, es necesario buscar los puntos débiles porque los inmigrantes ilegales no cayeron del cielo como los meteoritos o las cometas.

Trabajando sobre eso, suponiendo que es desconocido, el gobierno dominicano encontrará la corrupción y la des-reglamentación en la frontera como principales causas adicionadas con tráfico de personas a veces para una explotación sexual o laboral. Una investigación sobre el tráfico de personas desde Haití hacia Santiago, presentado al principio del año 2012 por el Centro de Formación y Acción Social y Agraria (Cefasa) que arrojó que el 42% de 106 inmigrantes entrevistados, aunque no tenían los documentos necesarios, entraron por un puesto fronterizo, donde hay vigilancia militar.

 

REMODELACION

Entonces, sabiendo eso, todo proceso de repatriación sin una remodelación en el aparato migratorio en la frontera, es tipificación de un juego de “ping-pong”, donde casi todo saque termina con un rebote. Sin esa remodelación se puede considerar estas repatriaciones como doble juego y chupete para la presión mediática.

 

Viendo todo el mecanismo que toma lugar en una repatriación de inmigrantes ilegales, cuesta más repatriar uno que haber impedido su pasaje. Que actúen las autoridades en esa óptica, ya que la ilegalización trae desequilibrio, desde el crecimiento de una población indocumentada hasta maltratos y chantajes hacia los inmigrantes ilegales, en estado psicológico de inseguridad, están en vía de padecer del síndrome de Estocolmo.

Ahora bien, viene agregado a esa compleja situación actitudes antihaitianistas de algunas personas y eso es preocupante  cuando es alimentada por los que tienen algún influencia sobre la sociedad, que tienen gente escuchándolas, que les toman como modelos, que representan el pueblo de alguna manera.

 

Jugando sobre la poca capacidad de pensar objetivamente que tienen algunos oyentes se están convirtiendo en verdaderos manipuladores de masas. Estoy hablando de algunos políticos, periodistas y supuestos intelectuales que trabajan en contra de los valores nobles de las relaciones humanas. ¿Cómo seguir permitiendo a hablar en público, a una persona que llama la República Dominicana a atacar militarmente a Haití? ¿Qué hace encuesta para ver cuántos creen que Haití es un país? ¿Qué llama traicioneros a los Dominicanos que afirman que sí?

¿Cómo ellos quieren culpar a los Haitianos supuestamente que quitan trabajo a los Dominicanos? ¿Acaso no comen «pica pollo»? No les veo quejándose de los Chinos que cerraron los «pica pollos» dominicanos y están en vía de cerrar muchos otros negocios. Son esa misma gente que quieren desposeer de sus nacionalidades, dominicanos de ascendencia haitiana; que se inventan justificaciones «extraterrestres» a los abusos contra el ser humano.

 

¿Cuándo vamos a tener un mundo donde el dinero no da derecho de veto, en lo que se puede decir o hacer? ¡Oh capitalismo! ¿Qué has hecho de esta tierra?

Gente que se odian por no haber vivido en la era neo nazista; que se quejan cada día cuando ven a uno más pobre haciendo el esfuerzo para salir de su miseria. A esos tipos de personas, muchos haitianos y dominicanos se acordarán para aconsejar su internado en una clínica de psiquiatría para una higienización de sus mentes.

 

Han escogido el siglo equivocado para nacer. Sea que aprendan a vivir compartiendo su entorno y defender sus interés dignamente, sea que se hagan una ablación de las cuerdas vocales y de la cornea para limitarse a escuchar lo que no tienen la capacidad de ver y de comentar. En vez de usar su educación para solamente leer cheques y facturas de supermercado, úsenla para leer autores como Jean-Price Mars, Juan Bosch o José Ingenieros. Si hubiese existido un filtro mediático, muchos no se podrían dar a conocer.

No orienten en un camino hostil a gente maravillosa que tiene el pueblo dominicano. A los periodistas, intelectuales, profesionales o simples ciudadanos que están manteniendo un marco profesional o relacional irreprochable mientras están defendiendo el suelo e intereses dominicanos. Como lo hice saber en un artículo anterior: comportamientos antisociales aislados no deben impedir apreciar los nobles valores humanistas de esas personas.

 

CONCLUSIONES

Subrayo que los problemas que se suscitan entre los pueblos no deben influir en la visión de un futuro armonioso. Emigrar legalmente es un derecho y todo Estado tiene derecho también a aplicar la política migratoria que le convenga. El deber de todo inmigrante haitiano (o de todo inmigrante) es tener una actitud digna y responsable, y elevar la voz por sus derechos mientras está utilizando todo encontrado de negativo fuera de su patria como energía propulsora para la construcción de un mejor futuro.

Es cierto que muchos de estos problemas son comunes en muchos países recibiendo flujo migratorio. Pero eso no constituye una razón para quedarse callado y entrar en un estado de aceptación ciega.  Hay que adaptarse, pero no a las injusticias, discriminaciones y abusos. Un principio fundamental en todo proceso de adaptación es: el que se adapta a un modo de vida, toma rasgos y comportamientos de lo adquirido.  El que se adapta a actos abusivos y discriminatorios, pasa de ser víctima a protagonista y termina como delincuente casual o profesional.

En conclusión, negar la naturaleza compleja y conflictiva del fenómeno migratorio entre República Dominicana y Haití sería irrealista. A través de sus beneficios y “efectos criticados” tanto para el inmigrante haitiano como para la sociedad dominicana, no tiene que ser un tema que se aborde por vías violentas, porque dar respuesta emocional a un verdadero problema es evadir y causar otro problema así, y cuesta doble solucionarlo.

 

Se puede reducir esos “efectos criticados” por la regulación, aunque tiene su precio, y la generación del diálogo entre los diferentes sectores afectados. Compartiendo una sola isla, somos dos países con una frontera (y siempre será así), con idiomas y culturas diferentes, con intereses propios. Este legado de la naturaleza nos ha hecho interdependiente y ha puesto entre nosotros, uno de los más grandes desafíos existentes desde que este mundo ha estado poblad el desafío de la convivencia.

berthony33@yahoo.fr

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Instituto Dominicano De Periodismo (IDP)