Carta de Supplice le costó el puesto

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En una emotiva misiva, el exembajador reiteró a Martelly fallas de su Gobierno para documentar a sus paisanos

El destituido embajador de Haití en la República Dominicana, Daniel Supplice, remitió una carta al presidente haitiano, Michel Martelly, en la que le reitera que el Programa de Identificación y Documentación para los Inmigrantes Haitianos en República Dominicana (Pidih) es un fracaso, aseveración que supuestamente disgustó al Gobierno haitiano y provocó su separación del cargo.

En la misiva publicada ayer por el periódico Le Nouvelliste, fechada el 21 de julio, el diplomático exhorta al mandatario de su nación a manejar con calma los conflictos migratorios, dejando de lado la improvisación y el “amateurismo”, ya que por razones geográficas ambos países están condenados a convivir juntos.

“He escrito varias cartas que, lamentablemente, se han quedado sin respuesta y, en mi último informe del 14 de julio, tomé la precaución de renovar la urgencia con que la diplomacia haitiana tuvo que gestionar la crisis, no sólo en el marco de la lógica defensa de los intereses nacionales, sino también favoreciendo siempre el diálogo constructivo”, dijo.

En su carta, Supplice detalla punto por punto al mandatario haitiano, las penurias por las que atraviesan miles de sus conciudadanos intentando cruzar la frontera en busca de una mejor vida; la cantidad de parturientas que dan a luz en los hospitales dominicanos, así como la cantidad de estudiantes que asisten a centros de educación primaria y superior, los miles de trabajadores empleados en el sector agrícola y otros cientos de miles más que esperan en vano los documentos prometidos para regularizar su estatus migratorio en Dominicana.

Carta con el texto íntegro enviado por Supplice a Michel Martelly
Santo Domingo, 21 de julio 2015
Su Excelencia Michel Joseph Martelly Presidente de la República de Haití
Su despacho:
“Señor Presidente: después de haber llevado por noventa y dos (92) días el honor, el respeto, la conciencia nacional y el patriotismo bicolor nacional en el territorio de Duarte, Sánchez y Mejía (Mella), tengo el honor de entregar sin manchas, con las arrugas gloriosas del sentimiento patriótico de haber intentado ser útil.

Le ruego crea que la decisión de hacer este gesto simbólico no es el resultado de una  emoción pasajera ni el cálculo de interés alguno, incluso de una agenda inconfesable.

El hábito de instrucciones claras, precisas, coherentes y en armonía con las normas diplomáticas y la deontología de la administración pública han terminado para mí (después de todo este tiempo) en un marco de resultados que considera más el peso de la realidad objetiva de las cosas, que los informes.

Es con calma, sabiduría y visión que se resuelven los conflictos entre los estados. La gestión de las relaciones entre Haití y la República Dominicana demanda de la actitud racional y razonable diversos actores y donde el amateurismo y la improvisación no tienen lugar.

La República Dominicana es un vecino con quien estamos condenados por la geografía a vivir juntos a pesar del desarrollo desigual que acompaña una diferencia marginal de acceso a los bienes y servicios.

He escrito varias cartas que, lamentablemente, se han quedado sin respuesta y, en mi último informe del 14 de julio, tomé la precaución de renovar la urgencia con que la diplomacia haitiana tuvo que gestionar la crisis, no sólo en el marco de la lógica defensa de los intereses nacionales, sino también favoreciendo siempre el diálogo constructivo.

Es responsabilidad del Embajador de Haití en República Dominicana asegurar que se mantiene un equilibrio entre el respeto a la dignidad de nuestro pueblo, de nuestros valores, nuestra moral y costumbres, manteniendo abierta, de manera realista, el diálogo. Sabe por qué? Porque mientras usted lee estas líneas:
Miles de nuestros hermanos y hermanas siguen cruzando la frontera “Anba fil” en busca de una vida mejor; Decenas de mujeres y adolescentes de nacionalidad haitiana, todos los días, paren niños en los centros hospitalarios dominicanos; cuarenta y cuatro mil trescientos diez (44,310) jóvenes asisten a las universidades estatales y centros universitarios privados sin olvidar aquellos que, viviendo en la frontera, van a las escuelas primarias y secundarias en territorio dominicano por la mañana y regresan en la noche a Haití. Muchos son los que, retornan a su país voluntariamente por todo tipo de razón durante los últimos días, el plan es retomar el trabajo que ellos han abandonado o donde les esperan;
Cientos de miles de hombres, mujeres y niños continúan vendiendo su jornada de trabajo en el sector agrícola, en condiciones extremadamente difíciles, pero no piensan en volver a su país;
Cientos de miles de personas esperan en vano los documentos prometidos que les habrían permitido regularizar su situación migratoria. Esa es también la otra cara de la realidad que tenemos la responsabilidad de administrar!
En doscientos once años, no hemos tenido éxito en la reducción de las brechas socioeconómicas o mitigando la espinosa cuestión de color.

Tampoco en dar a nuestros ciudadanos un acta de nacimiento demostrando que existen y creando internamente una situación que podría impedir a millones de haitianos y haitianas salir del país a todo costo y, a veces en cualquier condición. Si no aceptamos el hecho de que hay un problema, no habrá solución.

Señor Presidente, entiendo a Haití en la lógica de su pasado, en el laberinto su historia, en sus pasos en falso, con sus estados de ánimo, sus ambiciones pero especialmente con sus deficiencias, debilidades, limitaciones y decepciones. También conozco a nuestros hermanos y hermanas con su amor por la vida, el amor del país, su respeto por los padres fundadores, su orgullo de ascendencia africana, también con su desdén por la verdad y su actitud, a menudo irresponsable, en el manejo de la cosa pública.

Usando una metáfora usted entenderá, aquellos que se montan en la carroza, al principio de la procesión, no lo abandonan hasta el final del desfile. En general, yo hago la ruta hasta el final, pero algunos incidentes me obligan a cambiar la ruta para evitar el juicio lamentable de la historia.

Señor Presidente, el país espera que usted sea firme y no sea prisionero de los informes pasados o consejos provenientes de oficinas sospechosas.

Las personas que han confiado en usted, permitiéndole el acceso a la más alta magistratura del Estado cuentan con usted. No soy el primer embajador de la República de Haití en República Dominicana en ser suspendido, pero espero que seré el último para evitar que, justamente, al otro lado de la frontera, no persista la creencia de que la derrota de la inteligencia parece ser una constante, el fracaso nacional de la política exterior parece ser demasiado.

Así que me voy a casa para unirme a los miembros de mi familia, encontrar el calor de mis amistades, revivir esta cultura que me invade, esperando lo mejor para Haití. Representar y servir a Haití en la República Dominicana fue un gran honor. Le ruego acepte, Señor Presidente, mis muy patrióticos saludos. l
Daniel Supplice
NB: PIDIH es un fracaso”

Promesa incumplida
Cientos de miles de personas esperan en vano los documentos prometidos que les habrían permitido regularizar su situación migratoria”.

Prudencia
El país espera que usted sea firme y no sea prisionero de los informes pasados o consejos provenientes de oficinas sospechosas”.

Supplice tenía previsto regresar ayer a Haití

Supplice regresó ayer a su natal Haití y en su lugar queda al mando de la embajada haitiana la encargada de negocios, Magali Maglore, según confirmó a elCaribe. En una entrevista reciente concedida a Le Nouvelliste, el diplomático criticó la ineficiencia de su Gobierno en la identificación de sus nacionales en la República Dominicana.

“Nosotros no estamos en capacidad de identificar a nuestros ciudadanos en nuestro propio país, por lo que no veo cómo lo hubiéramos podido hacer en el exterior… Somos los únicos responsables de lo que hoy están pasando nuestros compatriotas”, dijo.
Daniel Supplice es un antropólogo, sociólogo y reconocido intelectual haitiano de 64 años. También se le conoce por su estrecha relación con el presidente haitiano, Michel Martelly.

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