El desprendimiento y la sensibilidad convergen por un bien común

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ORLANDO ARIAS

Con más de cincuenta años de haber emigrado a la Capital en busca de un sueño, el Sr. Freddy Pérez recuerda con nostalgia sus raíces en una empobrecida comunidad rural, lo que le motiva a   realizar una labor que lo llena de satisfacción, porque lleva felicidad a cientos de niños que en él ven un ejemplo a seguir.

Freddy Pérez, de FREPESA, empresa que hoy precisamente cumple 10 años, es un próspero empresario dominicano dedicado al negocio de repuestos y correas industriales para todo tipo de maquinarias,  quien  ha hecho un alto en el camino, para complementar su rutina de vida con una actividad que le resulta altamente gratificante por la importancia que reviste para los beneficiarios de la misma.

El servir de soporte económico a una pequeña escuela pública, compuesta por unos 110 niños que reciben educación básica a cargo de 4 profesores y que imparte docencia en dos tandas a los cursos del primero al cuarto, se ha convertido en su gran pasión.

En ese sentido comenta que nada le llena más que encontrarse en épocas especiales como son el inicio del año escolar, el periodo de Navidad o la Semana Santa  con los estudiantes de la escuela primaria El Caimán, enclavada en una lejana comunidad de la provincia Espaillat, Moca, específicamente en el municipio de Gaspar Hernández, su pueblo natal.

Con orgullo y una sonrisa amplia, como la que produce el dar de sí a favor de quienes menos pueden, refiere que se  ha logrado bastante, ya que de forma personal ha apadrinado el centro educativo donde los niños reciben sus útiles escolares todos los años, lo que incluye uniformes y calzados.

“Con esto hemos llevado un poco de paz y sosiego a sus padres, porque le evitamos gastos para el comienzo del año escolar, les entregamos mochilas, mascotas, lápices, libros de textos y caligrafías, así como parte del material gastable que utiliza la escuela, en fin todo cuanto puedan necesitar”, explica en tono de satisfacción por el deber cumplido.

Además, se  ha dotado a la escuela El Caimán de 4 computadoras y una biblioteca, pero lo más importante es el esfuerzo que llevan a cabo para que estos niños no dejen sus estudios. En esta tarea le acompañan todos los miembros de su familia, tratando de concienciar a los pequeños sobre la importancia del estudio.

“También hay personas de corazón sincero y desinteresado que se han identificado con esta noble causa que realizamos por amor propio, no buscando nada a cambio, como es el caso de una prima de nombre Miledis Merette, con su ayuda  le donamos una biblioteca, además como ella no vive en el país, periódicamente nos envía alguna ayuda para los chicos de la escuela”, indica.

Pérez señala que como las actividades extracurriculares juegan un papel de importancia, contribuyendo con la formación y socialización de los pequeños, en las navidades se les hace su fiesta de fin de año, se les entregan sus juguetes el Día de Reyes y  hasta fuera del calendario escolar se prepara un campamento de verano.

“El único requisito que les exigimos es que por nada del mundo dejen la escuela, que si quieren llegar a ser alguien en la vida es por medio de los estudios y que nunca olviden sus raíces, que recuerden el ejemplo que les estamos legando, que ellos mañana lo continúen”, externó con vehemencia Freddy Pérez.

“Este tipo de acciones las realizamos por altruismo, cumpliendo con el legado que nos dejara nuestra madre Ana Mercedes Suriel, quien siempre se identificó con las mejores causas, una persona siempre dispuesta a servir a los demás. También por el ejemplo que nos insuflara el Sr. Rogelio Rodríguez, nuestra chispa inspiradora”, dice con gran regocijo.

En fin, dice Freddy, esta es una experiencia maravillosa, donde la alegría contagiosa de los niños nos llena de optimismo para seguir luchando hoy para que tengamos un  mejor mañana, y en ese sentido entendemos que nada es imposible, lo que hay es gente incapaz”.

Hay muchas formas de materializar la solidaridad, y una de ellas puede ser apoyar económicamente las acciones por un sistema más justo y centrado en las personas que verdaderamente lo necesitan. Actividades como estas constituyen un ejemplo que debería ser imitado por las personas a quienes la vida le ha sido menos dura.

Cuando existe verdadera vocación de servicio no se escatima esfuerzo para hacer el bien sin esperar nada a cambio, pues un punto de convergencia entre desprendimiento y solidaridad llena de estímulo a gente desinteresada que ejecuta acciones en procura de una mejor convivencia entre los que pueden  y los que son felices con lo que reciben de manos dispuestas a servir.

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Instituto Dominicano De Periodismo (IDP)