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Es claro que esta alianza la impulsa un oportunista que no tiene para donde caerse,  aprovechando a dos que se encuentran en un inequívoco estado de necesidad para ganar, lo cual los ha obligado a pactar, y al mismo tiempo, dejar atrás provisionalmente (acuerdo electoral) todas aquellas incompatibilidades, que dieron lugar a su reciente divorcio (2019).

En política hay varias frases que describen las circunstancias a las que se exponen tanto los proyectos políticos, los mismos partidos políticos, así como los propios políticos.

Se dice que en política no hay enemigos, que lo máximo que hay son adversarios. Que no hay enemigos eternos, y por lo tanto, las enemistades no son para siempre. Que llega un momento, que el que señalamos como enemigo, al ser enemigo de mi enemigo, termina siendo circunstancialmente mi amigo.

El oportunista que dirige lo que queda del otrora glorioso (PRD), viene de aportar, en su alianza con el PLD en el 2020, unos 97,655 votos válidos, lo que representó apenas un 2.38%, pero en las últimas mediciones, aparece con un 1%, y hasta menos de ahí. Y como el que está en el suelo no tiene para donde caerse, esta alianza podría salvarle el reconocimiento que aún tiene de la Junta Central Electoral. Un tema de sobrevivencia.

Uno de los que se encuentran en ese estado de necesidad para poder aspirar a ganar (PLD),  viene de un descenso importante. De obtener un 61.74% en el 2016 (con aliados), cayó a un 37.46% (un 24.28% menos), lo que le produjo su salida del gobierno.

El otro integrante (LFP) que forma el dúo del estado de necesidad, tiene meses viendo que la candidatura presidencial de ese proyecto político no logra superar el 30% en las mediciones más creíbles (Gallup, Mark Penn/Stagewell, RD Elige, CEC y ACD Media), por lo que está fuera de discusión que sus posibilidades de ganar solo (al igual que el PLD), son extremadamente escasas.

Lo anterior ha desembocado en una particular situación, que ha obligado a ambos, con la mediación del que está en el suelo y no tiene para donde caerse, a tener que coincidir en un mismo punto: Que sin alianza,  sencillamente no hay posibilidad de triunfar. Una especie de mal necesario.

Era un asunto binario. Elegir entre dos únicas opciones. Hacerla o no hacerla. Ambas tenían una alta carga de complejidades e implicaciones, pero al parecer, hacerla terminó convenciéndolos que era mucho menos lesiva que no hacerla.

No hacerla probablemente daba lugar a una especie de clavo pasado para la reelección del Sr. Luis Abinader. En cambio hacerla (como ya se ha hecho), tampoco garantiza que el clavo deje de pasar. Ahora bien, de lo que los dos actores principales (PLD-LFP), están plenamente conscientes es que, hacerla implica, al menos, la concreción de una resistencia mucho mayor a que ese clavo finalmente termine pasando.

Si alguien duda de este análisis (está en su total derecho de disentir), mi pregunta obligada para esa persona es: ¿Para qué se hizo esta alianza (PLD-LFP-PRD), si no es para admitir que ninguno de los dos con posibilidad ganar, jamás ganaría solo, y que solo con dicha alianza, se abre una posibilidad real de que dos (PLD-LFP), puedan vencer al que se proyecta en los pronósticos más creíbles, como el favorito para ganar las próximas elecciones presidenciales (Luís Abinader)?

EL AUTOR es abogado. Reside en Puerto Plata.

EL AUTOR es abogado. Reside en Puerto Plata.

SP-AM

Por notikk

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